El académico español, que dicta una capacitación en didáctica de la matemática en el Centro de Innovación y Desarrollo Docente de la UCSC, se refirió la enseñanza de la matemática en la educación superior.
El éxito de un estudiante en las asignaturas matemáticas en la Universidad no sólo depende de la base aprendida en la escuela y otros diversos factores, también influye en que esos cursos estén formulados de acuerdo a las competencias que debe adquirir el profesional en formación.
Esta es una de las ideas planteadas por el Dr. Alejandro González-Martín de la U. de Montreal, quien dicta entre el 5 y el 9 de marzo una capacitación en didáctica de la matemática, materia que está presente en la formación profesional de la UCSC.
Si bien se señala que los jóvenes llegan a la educación superior con una “mala base” matemática, González-Martín indicó que lo que existe es una “base no adecuada”, que se manifiesta en reprobación, deserción y desmotivación de la carrera universitaria.
Para el especialista, el debate se centra en cómo presentar la matemática: “normalmente la matemática universitaria es presentada por profesores matemáticos para un público de matemáticos, sin embargo el público no es siempre matemático ni son futuros matemáticos, sino futuros biólogos, químicos, o ingenieros. (…) Yo no creo que un futuro biólogo tenga que ser expuesto a ese cuerpo de conceptos (de una estructura y lógica propia de la matemática), porque muchas veces no le dicen nada y no forman parte de su formación”.
Detalló que hay posturas que defienden que el curso de la matemática sea único, independiente de quién lo reciba, pero a su juicio hay que formularlo de acuerdo a las competencias y perfil de egreso de los profesionales de cada carrera. “Imponer a todos la misma cosa, no tiene ningún sentido” enfatizó.
Asimismo, cree que es muy positivo que la formulación de los cursos sea un trabajo colaborativo entre profesionales del área específica y pedagogos de las matemáticas. “El gran ganador de este trabajo en dúo es el estudiante” declaró, ya que el joven recibe una asignatura acorde a su formación, pero también gana el profesional, que adquiere herramientas de pedagogía, y el profesor, que conoce aplicaciones de su disciplina.